Vistas a la página totales

sábado, julio 29, 2006

TRES SIGLOS DE POLÍTICA EXPANSIONISTA E IMPERIALISTA DE ESTADOS UNIDOS

A continuación presentamos la Monografia del Sr. Harold Chittenden, y podran darse cuenta porque se dan los TLCs en América y otras cosas más....Presentaremos este trabajo en varios capítulos. Gracias.


Tres Siglos de la Política Expansionista e Imperialista de Estados Unidos
Siglos XIX, XX y XXI.
*Harold Chittenden
Feb 28, 2006


Siglo XIX: Creación de la Política Expansionista e Imperialista Norteamericana

Estados Unidos a los pocos años de obtener su independencia de Inglaterra, ya mostraba las bases de sus tres objetivos a seguir como nación. Primero, instaurar en Latinoamérica como su área de influencia, segundo, expandir sus limites territoriales hacia los cuatro puntos cardina-les del continente americano, y en ultimo objetivo, convertir y mantener a América Latina como su punto de comercialización mas importante.
La idea de integrar al continente Americano y más concretamente a América Latina tiene sus orígenes con Simón Bolívar. El libertador de las Américas ya desde 1820 trato de fomentar la integración Latinoamericana, ya que entendía que las naciones americanas deberían de estar unidas contra los embates de los intereses extranjeros tales como España, o los Estados Unidos, y procurar la independencia de los países que seguían bajo los dominios de los colonizadores europeos.
En el 1822 Estados Unidos fue la primera nación en reconocer las nuevas naciones que en Hispanoamérica acababan de separarse de España. Aquel mismo año inquietaron a los Estados Unidos dos iniciativas procedentes de Europa y dirigidas hacia el nuevo continente: Primero el zar Alejandro I proclamó los derechos de Rusia sobre la costa del Pacifico y las aguas vecinas desde Alaska, que pertenecían entonces a Rusia, hasta la parte norte de la isla de Vancouver. Ante esta amenaza el gobierno del gobierno norteamericano bajo la presidencia de James Monroe, se le informó al ministro de Rusia que los Estados Unidos “debían discutir el derecho de Rusia a cualquier establecimiento territorial en este continente y debían afirmar claramente que el continente americano no se hallaba ya supeditado a cualquier nuevo establecimiento colonial europeo y tal vez no halla momento más favorable para decir franca y explícitamente al gobierno ruso que la paz futura y el interés de la propia Rusia no pueden verse facilitados por el establecimiento de Rusia en cualquier parte del continente americano”
La segunda concernía mas específicamente a las intenciones que las potencias europeas pudiesen tener sobre América Latina. Monroe pedía con firmeza a las potencias europeas que no interviniesen en América. Asimismo, confirmando la política de neutralidad inaugurada por George Washington, adquiría el compromiso de no intervenir en los asuntos europeos.
Ya para esta época los Estados Unidos comenzaba a ansiar un puerto en la costa del Pacifico para comerciar con Asia y fortalecer su posición ante Europa como la potencia del continente americano. En otoño de 1822, en el Congreso de Verona, Francia y las potencias de la Santa Alianza (Rusia, Austria y Prusia) decidieron intervenir en España, donde una revolución había obligado a Fernando VII a aceptar una Constitución Liberal. En 1823 el rey francés Luis XVIII envió un ejército al otro lado de los Pirineos para ayudar a los Carlistas a restaurar su poder absoluto. Los Estados Unidos temieron que las potencias de la Santa Alianza, se ocupasen luego de sus antiguas colonias hispanoamericanas.
En 1823 el presidente de los Estados Unidos, James Monroe, decide responder a los sucesos que estaban sucediendo en Europa con la creación de la Doctrina Monroe, que establecía la exclusión del continente americano de la política de poder al estilo europeo.
La Doctrina Monroe podemos interpretarla en dos sentidos: primero, como una declaración unilateral con proyección hemisférica de la política norteamericana del aislacionismo; y segundo, como una estratégica a los efectos de evitar cualquier avance europeo en el continente americano. Que si bien en el mensaje se habla de que los Estados Unidos no admite la intromisión de ninguna potencia extranjera en el continente “americano”, sin embargo esta alusión estaba dirigida principalmente contra Inglaterra y sobre todo contra los designios que Inglaterra tenía en cuanto a la isla de Cuba. Inglaterra había propuesto a los Estados Unidos una declaración común americano-británica que alertase a las potencias europeas contra cualquier tentativa de reconquistar Hispanoamérica. A este propuesto británico, los Estados Unidos plantearon como condición, que Inglaterra reconociese, en primer lugar, la independencia de las antiguas colonias hispanoamericanas. Inglaterra procuró esquivar la petición norteamericana. Lo cierto es que, en 1823, en los Estados Unidos imperaba un sentimiento anti-británico bien fuerte, porque sospechaba que Inglaterra intentaba colaborar con la Santa Alianza, aparte que después de la última guerra americano-británica de 1812, Inglaterra mostraba indiferencia e incluso antagonismo hacia los Estados Unidos.
La consecuencia más importante de la Doctrina Monroe para los Estados Unidos, es que es la doctrina de América para los americanos, o un tanto sarcásticamente, como la doctrina de América para los Norteamericanos. Esta doctrina logro detener una doble amenaza: la de los rusos que trataban de extenderse por la costa de Pacífico, y la de las potencias de la Santa Alianza, deseosas o susceptibles de inclinarse a socorrer a España en sus posesiones americanas.
La Doctrina Monroe fue letra muerta, por lo menos durante veinte años. No obstante lo dicho sobre esta doctrina, con relación a Latinoamérica, se tradujo en una política de no-alianza sistemática: negativa a intervenir en el Congreso de Panamá de 1826, no hubo defensa continental por parte de los norteamericanos frente a la invasión británica a las Islas Malvinas (propiedad de Argentina por su localización geográfica), sin olvidar que ya habían sido invadidas por una fragata norteamericana en 1831, el intento anglo-francés cuando la cuestión de Tejas, en 1845, la amenaza inglesa y española sobre Yucatán, la usurpación de territorio a México en 1845, donde hasta llegaron a ocupar Ciudad de México, en 1848, la amenaza inglesa, francesa y española a México en 1861 por el cobro de por tratar de cobrar una deuda.
Para el 4 de marzo de 1845, la anexión de Texas pudo lograrse mediante una trampa legal. El gobierno mexicano protestó de inmediato ante esta medida. México jamás había manifestado que la anexión de tal territorio a la Unión Americana seria considerada como un acto de hostilidad y una causa suficiente para la declaración de la guerra. México terminó perdiendo Texas, California, Nuevo México y reconociendo el rió Bravo como limite meridional como su nueva frontera con los Estados Unidos.
En 1885, los Estados Unidos superaban a Inglaterra en producción de productos manufacturados y a finales de siglo consumía más energía que Alemania, Francia, Austria-Hungría, Rusia, Japón e Italia juntos. Los aumentos de producción, vías de acero y el kilometraje de las vías férreas sobrepasaban con creces cualquier línea europea. Hubo tentaciones de parte de los dirigentes norteamericanos para crear un verdadero imperio con tanto aumento en poderío, así tenemos las ideas del secretario de estado Stewars de anexionar México y Canadá, o del gobierno de Grant (1869-1877) de anexionarse la Republica Dominicana y la isla de Cuba. Este era el estilo de pensamiento de las potencias europeas, pero el senado de los Estados Unidos se preocupó más de los asuntos domésticos, como por ejemplo, el de aumentar y mejorar el ejercito que en 1890 era inferior al búlgaro y las fuerzas navales muy inferiores que las italianas.
La verdadera historia de la Doctrina Monroe comienza a fines del s. XIX, cuando el gobierno norteamericano se transformo en uno de ofensiva, y esta sirvió para justificar las anexiones norteamericanas. En la conferencia de Berlín, las superpotencias europeas se repartieron a África que era el último territorio virgen que quedaba por repartir. Países que habían llegado tarde a la repartición, como Alemania y los Estados Unidos, no conformes con el, fijaron ojos en colonias de países decadentes como lo eran Portugal y España. En 1898 Estados Unidos ya contaba con una marina moderna, y en enero de ese mismo año el acorazado Maine salio rumbo a la Habana, Cuba en visita de “cortesía” después de diversos incidentes diplomáticos con España. En un accidente estalla el acorazado Maine, y esto les entrega la justificación que los norteamericanos necesitaban para exigirle a España que se retirara de Cuba, y empezó a movilizar tropas de voluntarios hacia la isla. España respondió declarando la guerra a los Estados Unidos, dando origen a la llamada guerra Hispanoamericana donde España perdió sus últimas colonias, Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Guam, las islas Marianas y las islas Carolinas en Micronesia.
Así bajo este escenario termina el siglo XIX para la nueva potencia del mundo, y crea las bases de lo que seria el perfeccionamiento de la política expansionista e imperialista de los Estados Unidos durante el siglo XX.

* Autor: Harold Chittenden- Feb 2006.
Educación: Bachillerato en Relaciones Laborales de la Universidad de Puerto Rico
Y grado de Maestría en Gerencia de la Universidad de Phoenix


1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias por la informacion